Para reducir la pobreza de un país se requiere la coparticipación de cuatro factores: el estado, el mercado, la sociedad en general y los mismos pobres.
El Estado debe contribuir fomentando las expresiones pacificas de las demandas de la gente y la participación política, garantizando el espacio democrático, estimulando las asociaciones entre sectores públicos y privados, lograr una distribución de las riquezas más equitativa, garantizar responsabilidad y transparencia y brindar un buen nivel de educación y salud.
Por su parte el mercado puede llevar a cabo una función benefactora con los pobres. Si las corrientes financieras y comerciales funcionan bien, la economía prospera y las riquezas llegarán a los pobres. Asimismo, si la economía esta varada, no solo no se solucionara el problema de la pobreza, sino que continuara agravándose.
La sociedad puede colaborar de diversas formas: formando asociaciones corporativas o sindicatos, realizando movimientos populares surgidos a partir de la iniciativa de la propia población afectada que no sean controladas ni manipuladas por el gobierno, y organizaciones no gubernamentales que pueden reforzar y complementar las actividades gubernamentales por ser más flexibles y aptas para llegar a algunas comunidades de manera efectiva.
Los propios pobres también son importantes para superar su situación socio-económica mediante sus aptitudes y sus valores culturales. Los proyectos de erradicación de la pobreza deben formularse teniendo en cuenta la cultura local. Muchos planes han fracasado debido a que se aspiro imponer un programa diseñado para una determinada realidad que difiere de la local.
El comercio internacional, ha seguido una clara tendencia de crecimiento a pesar de las crisis financieras que afectaron la economía a lo largo de la historia. Pero no todos los países se vieron beneficiados por este intercambio comercial.
La diferencia se establece entre los países que principalmente exportan materias primas e importan productos manufacturados (periféricos) y los que importan materias primas, las elaboran y las vuelven a exportar como productos manufacturado (centrales). Estos últimos son los países que controlan la economía mundial y fijan los precios de compra de las materias primas, que resultan claramente desfavorables para los países productores. A esto se lo denomina “Intercambio desigual”. El intercambio desigual produce una dependencia comercial, financiera, tecnológica y hasta política de algunos estados sobre otros. Los mecanismos comerciales que generan la dependencia se ven reforzados por el problema de la deuda externa de los países periféricos, que aumenta constantemente.
Además, los subsidios a la agricultura, en los países desarrollados, producen una caída en los precios de productos de este tipo, imposibilitando a los productores de países periféricos, carentes de estos, competir con los precios subvencionados.
También es evidente que las dificultades para acceder a los mercados protegidos de los países más ricos reducen los ingresos de divisas de los periféricos y, en consecuencia, su capacidad para crecer y para pagar sus deudas.
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